Dolor

Lo arrancaste de mí y se esfumó, diente de león en el céfiro plomizo de una tarde sin sueño. Regué los mares por comprender la desgracia. Busqué arriba, esperando un cielo plagado de respuestas, pero ninguna vino a mí. No hubo lógica o locura que explicase el dolor, no hubo voz, letra, melodía, sueño o pesadilla para llenar el vacío. Nada, una constante, una fórmula sin solución, un diagrama incomprensible, desnudo de existencia. Ahora me acecha en cada oscuridad el recuerdo de ese instante, me ahogan las palabras que huyeron y que no regresarán. No encuentro el fin de este túnel ominoso, no hay luz, no hay salida, sólo una asfixiante atmósfera que me envuelve y me desintegra.

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