Irrealidad

Muero en la irrealidad de una caricia nunca recibida, en el agónico suspiro de una presencia ausente; me diluyo en ríos de palabras lejanas. Como una niña espero el juguete que nunca llegará.
Un golpe asestado en el momento preciso me devuelve al mundo de las obligaciones, donde el deseo ha muerto hace mucho tiempo, donde la vida se condensa y se diluye a la velocidad de la luz. Es cierto, en este océano de dudas y remordimientos te hiciste necesario, aunque no lo quisiera, sondeaste hasta lo más profundo del alma, en rincones inhóspitos, abandonados. Llegaste y te adueñaste de lo que no era tuyo con la dulzura a manos llenas y el corazón escondido. Intento vanamente resistirme a este remolino de sentimientos que me atrapa. La ansiedad a flor de piel ante tu ausencia, latidos que se acercan… y la nada…

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